26 mayo 2008

La Filípica de los Lunes: Eurodemocracia

Al final sí ha servido de algo. Cuando yo estaba convencido de que lo del Chiki Chiki era una patochada carente de toda utilidad, van las votaciones y ¡plaf! me demuestran que sí quedará una enseñanza. Antes que nada tengo que contar un pequeño secreto, he sido la única persona de nuestro querido país que ha llegado vírgen a Eurovisión. Sí, en serio. Hasta la misma noche del pasado Sábado he sobrevivido ajeno a la cancioncita, al menos a la interpretada por Rodolfo Chikilicuatre, porque sí que me sabía algunas frases sueltas de oir a los graciosillos chapurrear que si el "perrea perrea" o lo del "robocó" y el "maikelyanson", pero la original nada de nada; vamos ni siquiera el anuncio de la ONCE que parece que hace su propia versión del tema y, según me cuentan, con bastante más fortuna que la "oficial". Si es que no hay nada como tener un DVD grabador con disco duro para no sufrir ni un solo spot publicitario.

El caso es que cuando vi al personaje en cuestión en ese "peaso" escenario en Belgrado y pude escuchar la canción (por llamarla de alguna manera) se confirmaron mis prejuicios: esto es una "patochá" que no sirve para nada y vamos a quedar peor que Remedios Amaya manejando su barca, que ya es decir porque recordemos que esta señora se llevó un cero rendondo en el reparto de puntos del festival de 1983.

Pues no. La "patochá" ha servido para demostrar que tal y como se ha puesto esto de las votaciones, presentemos lo que presentemos en años sucesivos nos vamos a llevar unos cuantos puntos de Andorra, Portugal, Francia, Grecia.... De la misma manera que España le segirá dando 10 ó 12 puntos a Rumanía sea la canción que sea, o seguirán ganando los países del Este que para eso son más y mejor avenidos. Ese es el problema de aplicar la democracia al Festival de Eurovisión, en la selección inicial aquí hemos elegido por voto popular a este personaje de tupé y en la votación eurovisiva los votos se reparten por criterios más territoriales que otra cosa. ¿Se imaginan que el premio Nobel o el Príncipe de Asturias en vez de ser elegidos por un jurado se hiciera mandando un SMS al 5454? ¿Quién saldría ganador?

Cuando David Fernandez se desprenda por fin del personaje que le ha absorbido durante los últimos meses, podrá sentirse satisfecho principalmente por una cosa: demostrar sin posibilidad de duda alguna que este sistema de votación tan democrático no sirve y que, posiblemente, la salvación verdadera de Eurovisión pase por dejar el reparto de los puntos en manos de un jurado profesional que valore más el contenido musical que los colores de cada bandera. Aunque claro, esto lógicamente a los organizadores no le interesará porque al jurado habrá que pagarle algunos euros y por lo menos una cenita para esa noche, mientras que con el televoto queda claro que no necesariamente saldrá elegida la mejor canción, pero al menos se consigue hacer una muy buena caja.

Moisés Chacón.

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